Solo, en soledad, oigo los rumores y ecos de lo que fueron las voces del pasado, la luz incide por las cristaleras e ilumina a media la habitación.
Solo, en soledad, sentado en un verde asiento, contemplo un austero lugar, el aire fresco y colmado de una humedad que ya era una fiel compañera.
Solo, en soledad, me pierdo en el silencio, en la tranquilidad que hacen propicia la reflexión, en mi asiento, con los pies fríos, las manos frías y la cabeza caliente.
Solo y en soledad, miro más allá de los cristales, más allá de los árboles del patio, más allá de los bloques de edificios, y más allá, mucho más allá, un patio, de mi antiguo colegio; que recuerdos, que grandes recuerdos, de cuando aún las cosas eran fáciles, donde el tiempo aún no pasaba, donde la amistad si era verdadera, sin medias tintas, sin dobles versiones.
Era un día como cualquier otro, papeles en el suelo, libros de autores que no importaban, pero cuantos recuerdos, quizá por eso hacían este día especial, ni el viento corría, ni el Sol brillaba demasiado, era tan bello el recuerdo que estaba demás todo aquello, porque sólo existía el recuerdo, un recuerdo amargo y dulce de los días pasados, repletos de experiencias, de vivencias que hacen la vida más rica; estoy celoso del tiempo, estoy celoso de aquellos días del pasado, una envidia que me corroe por dentro y que me hace sentir lo que siento, porque hoy todo está demás y hoy es el día del recuerdo, en mi verde asiento y habitación sencilla, con papeles revueltos y libros de autores que no importan, pues muchas palabras sobran, porque hoy es el día del recuerdo.
Cierro los ojos y quizá porque mi soledad se rompe, quiebra mi silencio, entre vanas palabras apenas audibles, entre la soledad y Dios sabe que absurdos pensamientos de seres que muchos llaman iguales, termino a modo de crítica y pregunta mis párrafos finales, ¿Cuántas veces paramos en esta vida aferrada a la prisa?, ¿Miramos más allá de nuestro ombligo?, ¿Es que nos da miedo el recuerdo o escucharnos a nosotros mismos?, pararse, descansar, pensar y reflexionar dejan hablar a nuestro yo interior, por lo menos un rato, porque tiene que contarnos tantas cosas, por lo menos, yo lo hice hoy, porque hoy es el día del recuerdo.