Masculinismo

Llevaba tiempo reflexionando sobre el feminismo y aunque coincido en el corpus esencial de las teorías del feminismo liberal siento que, como hombre, no estoy representado en ese movimiento. No obstante, aunque no me sienta representado en ese movimiento no significa que no lo apoye, al igual que no estoy representado en la lucha del racismo pero eso no me hace dejar de reivindicar y brindar mi apoyo a otras culturas y etnias.
Después de varios años de lecturas, reflexión, meditación y mucho análisis, siento, que aunque me enrole en la corriente feminista liberal, el masculinismo es otra corriente a la que me adscribo. Aquí expongo mis razones y explicaciones pertinentes:

  • Incorporación de una pulsión femenina al hombre. Como he explicado en alguna ocasión, el feminismo ha incorporado una pulsión masculina a las mujeres, el empoderamiento, el emprendimiento, asumir el riesgo, son algunas de las características de la pulsión masculina, y no nos dejemos llevar por la terminología, pulsión masculina no es cosa de hombres, todo hombre y mujer tiene una pulsión masculina y femenina. Socialmente la pulsión femenina estaba reservada a la mujer excluyendo al hombre de ella, y viceversa, la pulsión masculina reservada al hombre.
  • Ruptura de la opresión hembrista, incluso la propia opresión machista: Los hombres también pueden sentirse vulnerados por las mujeres, por tanto, esta posibilidad también tiene que ser contemplada, quizá no en los términos que se ejerce de un hombre a una mujer, pero es otro tipo de opresión. También encontramos opresión de hombres hacia hombres que tiene que ser tenida en cuenta.
  • Abolición de los estereotipos de género: Cada vez somos más conscientes de la problemática que existe frente a las personas trans, género fluido, y un largo etc, al igual que el feminismo lo reivindica desde su pulsión femenina, el masculinismo lo reivindica desde su pulsión masculina.
  • Subvención y facilidades para la inclusión en profesiones reservadas a la mujer: Si hay determinadas profesiones donde la preponderancia de hombres es superior al de las mujeres, como electricista, fontanero o las ingenierías, ¿Por qué no dar facilidades para que los hombres puedan incorporarse en profesiones que están más reservadas a las mujeres?
  • Apoyo de afecciones y enfermedades que afectan principalmente a hombres: Es el caso del cáncer de próstata, el suicidio con el doble de casos registrados de hombres que de mujeres o los sintecho.
  • Supresión de la violencia hacia los hombres: Encontramos varias problemáticas que afectan principalmente a los hombres, al ser considerados como el «sexo fuerte» no se concibe que pueda ser agredido por una mujer. Automática la víctima sufre dos problemáticas, una a nivel interno, sentir vulnerada su integridad y la segunda que no exista un reconocimiento de su vulneración ya que esta deslegitimada en la sociedad.
    Encontramos también el papel de los varones en la guerra, interesante para realizar estudios.
  • Abolición de la circuncisión no clínica: Al igual que se ha condenado la ablación femenina debería dejar de practicarse esta práctica en varones que no lo necesiten clínicamente.
  • Ruptura del ἄρχειν árchein: Hay un poder establecido de mando, independientemente de que sea matriarcal o patriarcal es una opresión que se ejerce también a los hombres.
  • Apertura del mundo de los sentimientos: Históricamente ha sido un mundo privado a los hombres. Buscar la inteligencia emocional y la apertura de los sentimientos a los hombres es necesario si se quiere establecer una forma de comunicar, amar y sentir más sana.
  • Ruptura de la heteronormatividad sexual: Los hombres pueden sentirse vulnerables al ejercer prácticas sexuales consideradas no normativas, como son la penetración o la dominación entre otras. Buscar el ejercicio de la sexualidad de forma más sana implica romper también estereotipos sexuales en los hombres.
  • Poner de relieve los problemas de los hombres: Al igual que existen instituciones que investigan e indagan sobre las problemáticas de las mujeres deberían existir instituciones que amparen y velen por reconocer, estudiar y poner de relieve los problemas de los hombres por el hecho de serlo.

Montañas infinitas

Tu mano dibuja la silueta de mi futuro, un camino que se surca en el aire. Mi debilidad, mis miedos, he decidido luchar contra ellos. ¿Luchar? He decidido rendirme, no quiero luchar más. He decidido abrazarlos. El abrazo es aceptación. La aceptación es ausencia de sufrimiento. No soy valiente. No soy fuerte. Soy el ser humano. El ser humano de carne y hueso.

Juraría haberla cerrado

Algo estaba a punto de venir como el que espera una llamada de teléfono. He comido y limpiado la casa. He tenido que apuntar en una lista que debía hacer, me costaba concentrarme. Más bien no tenía capacidad de concentración. Tenía la sensación de hacer todo mecánico como si el que lo estuviera haciendo no fuera yo, somo si yo fuera solo un mero observador.

Tomé una siesta de treinta minutos, quizás menos. Me desperté a las cinco y media de la tarde. Todo lo estaba haciendo inusualmente lento como si me pesara. Comí tarde, limpié la casa tarde, me acosté tarde a tomar la siesta, como si el día se hubiera enlentecido varias horas.

El corazón lo sentía más acelerado, como cuando camino con cierta intensidad. Una ligera dificultad al respirar. Arritmias cada diez o quince minutos. La ansiedad no paró, fue llenando todo como un grifo de agua abierto, como agua… Como agua se fue llenando todo. Las cosas centelleaban, como si brillaran más que de costumbre. No reparé en el hecho de que estaba perdiendo un poco la visión en el ojo derecho hasta que no fue más evidente. Estaba más pendiente de respirar para tranquilizarme y controlar mis pulsaciones. En mi desesperación rebuscando los cajones de mi cuarto encontré dos pastillas de Diazepam y tomé media. Cuando tenía episodios fuertes de estrés las tomaba y solía ayudarme a relajar el cuello, la mandíbula y el trapecio donde cogía una tensión brutal.

Una sensación pesimista me invadió sin poder hacer nada. Sentía que me ahogaba. Me cuestioné todo ¿Qué estaba haciendo con mi vida?, ¿era un fracasado? Todo estaba mal, mi empresa, mis relaciones, mi familia, era un iluso, un ingenuo, era un ser detestable. Empecé a odiarme sin ningún motivo. El dolor me hizo darme cuenta de que estaba clavándome las uñas y apretando los dientes. Volví al cajón y tomé la otra mitad de la pastilla.
Empecé a notar el efecto del Diazepam, aunque no como siempre. Había estado tomando otras cosas “de origen natural”. Hacía ya muchos meses que sufría ansiedad, y al despertar tomaba valeriana, salvia, laurel, tomillo, romero, y un sinfín de hierbas que fueran “relajantes” durante todo el día.

Abrumado por todo aquello me preparé un baño de agua caliente y me sumergí. Recuerdo el agua tibia y el respirar profundo para elevar mi cuerpo hasta sobresalir levemente mi pecho y luego dejarlo caer soltando el aire. Recuerdo el silencio solo roto por las vibraciones de la casa de algún vecino propagadas por el agua.

Recuerdo también sudar aun estando en el agua. Me dormí en la bañera. Me desperté frío. Temblando. El agua se había enfriado, llevaba allí algo más de 2 horas en la bañera. En lo primero que reparé fue la puerta del baño. Pensé que la había cerrado, juraría haber cerrado la puerta cuando entre a darme un baño, pero la puerta estaba entre abierta. Sentí que al otro lado alguien me miraba. Sentí su respiración detrás de la puerta. Inmóvil. Observándome. Sentí que el corazón se me paraba, volvía a latir deprisa y se volvía a parar. Esa sensación de angustia me recorrió todo el cuerpo. ¿Quién estaba en mi casa? Sentí pasos. La puerta moverse de forma apenas imperceptible.

Aparatosamente intenté salir del agua. Sentí las piernas lentas y torpes. Me estiré para alcanzar la toalla, pero se calló al suelo. Sentí haber perdido las fuerzas en las manos. Cerré la puerta rápidamente poniendo el pestillo y me vestí. Esperé unos minutos a escuchar algo en la casa, pero no oí nada.
Abrí la puerta, encendí todas las luces y miré en cada habitación, debajo de las camas, en los armarios. Aparentemente no había nadie. Escuché la puerta de casa cerrarse. Un escalofrío me recorrió toda la columna. Corrí a la entrada, pero no había nadie.

Estuve tentado de llamar a alguien, pero… ¿Quién me creería?, no era la primera vez que me pasaba, sería fruto del estrés o de la ansiedad.

Estaba muy mareado, me tumbé en la cama, tenía un dolor fuerte en el estómago y la boca seca. Tomé un trago de agua. Me faltaban fuerzas para coger la botella y se calló al suelo derramándose parte del agua. Me sentía muy cansado. Cerré la puerta de la habitación y miré de nuevo en los armarios y debajo de la cama, como era de esperar no encontré nada.
Me acosté en posición fetal para mitigar un poco el dolor del estómago, me pesaba todo, sin poder evitarlo me quedé dormido.

Al día siguiente la puerta de la habitación estaba abierta. Juraría haberla cerrado.

Sexo desprovisto de todo sentimiento

Sexo desprovisto de todo sentimiento, mecánico, frenético y ansioso. Solo quiero conseguir un cuerpo más para follar, desahogarme y buscar otro cuerpo, otro más, sí, para devorar un cuerpo más para correrme, usarlo como objeto, hacerlo mío. Si me canso de este muñeco solo necesito un teléfono para que llegue a mi casa, un encargo, llega en 10 minutos.
El repartidor llega con mi comida lista para servir. Viene limpio, perfumado, me ha traído hasta flores, como si yo tuviera corazón. Soy un monstruo. Hemos acabado, 2 horas, quizá más, le dije que se fuera, no quiero nadie en casa.
Solo quiero sexo desprovisto de todo sentimiento. Lo he usado, estrangulado, escupido, golpeado, lo he torturado. Pero le dije que se fuera, sus flores me han sacado una sonrisa, pero soy un monstruo y le dije que se fuera, no quiero a nadie en mi cama.
Al irse, me ha dado un beso, le dije que no soy ese tipo de chico, le dije que no se sobrepasara que no me gustan los besos, solo buscaba sexo. Amablemente me pidió disculpas. Cerré la puerta y tiré sus flores.

¿Por qué sí y por qué no?

Hace algún tiempo escuché una tertulia sobre las familias tradicionales, el día del orgullo y un largo, etc. A colación dijo uno de los interlocutores: ¿ Y por qué no hay un día del orgullo hetero?

Hoy me he propuesto contestar.

Porque cuando uno va a la escuela ser hetero no es objeto de bullying, pero si ser negro, gordo, listo o bisexual.
Porque cuando ningún niño o niña le echaron de su casa por ser heterosexual, ni su madre sintió miedo porque discriminaran a su hijo.
Porque durante el holocausto los homosexuales sí fueron perseguidos, al igual que judíos o presos políticos, tratados como animales, en condiciones de esclavitud y asesinados en el nazismo pero no se cuenta ningún muerto por ser heterosexual. Pero aún después de lo vivido y terminada la segunda guerra mundial el 2 de septiembre de 1945 tendrían que esperar hasta 1969 para que se aceptara su sexualidad en Alemania.
Porque todavía hay 70 países en el mundo en el que estar con alguien de tu mismo sexo es un crimen, pero no hay ningún estado que criminalice la heterosexualidad.
Porque las principales religiones a nivel mundial no condenan la heterosexualidad, pero si la homosexualidad.
Porque un heterosexual nunca tendrá que salir del armario, nadie le dirá “que no se te note”, ni tendrá que ocultarlo.

Habrá mil porqués, o quizá más, estos son los míos.


A Murcia

Murcia, antes Mursiya, la tierra rica en yeso, corte del más poderoso de los Omeyas, es cuna del cante jondo, el que nace del alma. Para deleitar a Abderramán II, el gran músico Ziryab inventó en este lugar la quinta cuerda de la guitarra, haciendo posible para los siglos venideros el esplendor del llanto de acordes que enciende las puertas de la madrugada.

Su sucesor legendario rey Lobo transformó Murcia de capital de un reino de taifas en capital de todo el Levante. Por doquier hizo piedra sus sueños.
Los cristianos llegaron, pero la magia de los moros se quedó para siempre en las calles de los gremios: de la trapería, de la platería, de los vidrieros.
Las mezquitas dieron paso a las iglesias, pero los murcianos siguieron enamorando por las noches el llanto alegre de la guitarra.

Dicen que túneles secretos serpentean bajo el subsuelo y unen la catedral cristiana con el antiguo castillo árabe de Monteagudo, como si pudieran unir el pasado con el futuro. Un futuro alado, en el que un hijo de Murcia, Juan de la Cierva y Codorniú, nacido en 1895, llegaría a inventar el helicóptero.

El río Segura al que por aquí llaman el Reguerón y su afluente el Guadalentín traían el verdor, pero también el miedo a sus alegres riveras. Quizás por eso pronto lo ataron, le pusieron cauces que frenaron el ímpetu del agua y su ambición destructora.
Toda Murcia es una huerta feliz, ya decía Unamuno que esta era la ciudad más huertana de Europa, o quizás la huerta más urbana de Europa. Huele a huerta y la huerta huele al agua bendecida y temida.
Hija del verde y del agua, apacible como los frutos colmados crece el alma murciana feliz al calorcito de la tierra”. En palabras del escritor murciano Vicente Medina.

Reflexiones

No tengas miedo por empezar por lo más básico, a ser un principiante. Cuando los niños aprenden un idioma empiezan por cosas sencillas. Colores, números, frases fáciles. Si quieres empezar leyendo a Shakespeare te admiro por el esfuerzo, pero lo más probable es que te frustres y termines dejándolo. Sé consciente de tus limitaciones, levantar nuestra fuerza de voluntad es una tarea compleja. Pónselo fácil a tu cuerpo, si has reunido el valor para comenzar algo, aprender, leer, pintar, bailar no rompas ese maravilloso arranque si no es por una buena razón. Si el motor está en marcha viaja en tu coche, pero traza tu viaje. ¿Por qué has cogido este viaje y donde quieres ir? Quien consigue un porqué encontrará casi cualquier cómo.

Domus

En el siglo XXI se empieza a revolucionar el concepto de casa por el de domus. La domus es funcional en todos sus aspectos, habitable, bella y útil al trabajo del morador. En la antigüedad el dueño de la casa dormía y vivía en ella, pero también trabajaba, fabricaba sus alimentos o los procesaba.

Hoy en día no solemos plantear un proyecto arquitectónico pensando en recobrar la inversión al margen de la especulación por el precio de la vivienda. Este es verdaderamente el punto en el que rompe conceptualmente la forma de entender la arquitectura. El plantear una vivienda pensando, además de otros aspectos imprescindibles en un hogar, en el beneficio económico. Si nuestro beneficio económico además de ser respetuoso con el medio ambiente mejorara la disponibilidad de recursos de la humanidad, entonces, y solo entonces empezarían a converger ideas más allá del yo, del egocentrismo humano.

Pero, y si además de ser útil, funcional, habitable, productivo y eficiente pensando en los demás fuera bello en sí mismo, para disfrutarlo yo y la humanidad. Es entonces cuando surge la obra de arte, cuando convergen diferentes ideas y es algo que hace enorgullecer al ser humano. La evocación del sentimiento, la evocación de la contemplación y la maestría del hombre.

El sentido errante

El día parecía tranquilo como otro día más de mis vacaciones, pero hoy no lo sería, la experiencia me decía que no lo sería, lo que me hacía pensar por qué estaba allí.

Bajé a Murcia por una especie de sentido de la responsabilidad, un aliño de empatía y lástima; en verdad, nadie me pidió que lo hiciera pero ese cóctel me obligó de alguna manera a aventurarme otra vez a esa epopeya que de tanto en tanto volvía a fracasar.
Con mis mejores intenciones llegué a aquella casa de mis recuerdos infantiles en Santa Isabel, llamé y después de un rato, consiguió abrirme. Subí hasta la sexta planta. Cansado, sordo, arqueado como una madera vieja… exhausto. Así me recibió, con su clásica cortesía. No cruzamos apenas dos palabras. Tardamos casi veinte minutos en cerrar las puertas de la casa, esas manías que la gente mayor genera en todo y para todo, incomprensibles para cualquiera fuera de su psique, pero tan trascendentales e importantes que se vuelven como las necesidades vitales.

Aquí empezaría poco a poco a colmar mi paciencia, mi buen hacer y mi ganas de ayudar.

Accedí a llevar su coche más por orgullo personal que por ayudar tengo que admitir. Como no podía ser de otra forma no me lo puso fácil, él tuvo que sacarlo de su garaje, era muy difícil para hacerlo yo, solo un experto en la automoción, como él evidentemente, podía hacerlo. No quise herir más a aquel viejo león herido por la edad y preferí mantener su orgullo intacto. Conseguimos salir de aquel aparcamiento y fuimos a recoger a mi madre, a la que compadecía por estar «obligada» a cuidar de él aunque solo fuera unas semanas. Llegamos finalmente no sin medirnos las fuerzas verbalmente en alguna ocasión. Recogimos a mi madre y ayudó a amenizar el trayecto al ser ella quien sacaba constantemente conversación.

Subimos la montaña por encima de la Fuensanta y allí estaba la casa con mis recuerdos agridulces de toda mi infancia, donde habíamos disfrutado felices mis primos, mis hermanos pero la antipatía de mis abuelos, la falta de interés y sus formas incoherentes y groseras fueron apartando a todos de su lado en los veranos.

Era una casa grande, con un espacioso jardín, piscina e incluso un trozo de bosque, cabían allí fácilmente 11 personas eso sin contar los 2 sofás. Era la típica casa en la que cualquier niño podría disfrutar sin medida. Si no fuera por él, el recuerdo más amargo de mi infancia. Era literalmente una bestia, sus palabras como gruñidos y ladridos como un animal creaban un velo de miedo y respeto, sus continuas aseveraciones, su puesto, su experiencia, parecía que él lo era todo y lo supiera todo.

Dejamos las maletas y organizamos nuestras habitaciones. Yo me quedé un rato sobre la cama pensando. Por una parte entendía la situación actual, él había perdido a su mujer, mi abuela. El dolor, la falta de sentido, su deterioro de facultades le hacía vulnerable e irascible. Poco a poco volví a pensar en que en realidad, siempre había sido igual y la empatía o lástima que podía sentir por él se fue poco a poco esfumando.

Yo estaba en uno de los momentos más fuertes de mi vida y no iba a permitir que nada ni nadie pasase por encima de mí. Él ya no tenía ninguna autoridad ni por una parte física, porque ya no me aterrorizaba ni me conseguía amedrentar como cuando era un niño, ni moral, porque en realidad yo me había hecho a mi mismo, había luchado para llegar a ser quien era y ni él ni nadie podía cuestionar mis logros y progresos.

Fueron pasando los días y cada cual me resultó más terrible, muchos recuerdos, la dificultad de ver a mi madre desbordada por la ineptitud emocional de su padre y, sin duda, la terrible actitud de mi abuelo. Sea como fuere aquellos días me permitieron aprender valiosas lecciones, la primera cuál era mi sustrato. De donde venían mis pensamientos, emociones, actuaciones, muchos de mis comportamientos eran heredados de mis padres, de mis abuelos, si quería mejorar debía empezar por estudiarlos, porque siempre es más fácil ver los problemas ajenos que los propios, y buscar soluciones.

La otra parte era romper con los roles que siempre me habían contenido, reprimido o cohibido, con mis familiares y amigos. Si quería resultados diferentes, tenía que actuar diferente. Rebelarme y ser capaz de enfrentarme a la figura de mi abuelo supuso un antes y un después en mi crecimiento personal, me hizo liberar mi lastre emocional y empoderarme como nunca lo había hecho antes.

La esfera de mi trascender

Aquel día sucedieron cosas terribles, pero otras, sin embargo, fuero maravillosas.

Cerré los ojos y nada sucedió. Quise sentir y no podía. Volví a insistir, esta vez prestando más atención a cada palabra, cada nota y nada sucedió. Frustrado lo dejé de intentar, sentía mucha ansiedad por no ser capaz de hacer bien un ejercicio tan sencillo. Me dije, por lo menos disfrutaré de la música y el ejercicio de relajación.

En ese momento mi viaje comenzó sin darme cuenta, algo que jamás se volvería a cerrar, como un descubrimiento, la puerta de mi existencia, esperándome para cuando quisiese volver a entrar.

Me sumergí, abrí mi corazón, latía sin parar, lo sentía como desbordado me explotaba en el pecho. Abrí mi sentimiento y sentí los latidos tan rápidos y violentos que pensé que moriría de un infarto. Abrí mi entendimiento, mi comprensión y sentí dolor, profundo y punzante. Poco a poco mis latidos fueron cesando, más suaves. El lugar donde me encontraba era oscuro y húmedo, todo se fue inundando de un líquido amniótico, todo se llenó de un líquido viscoso en mi mente. Estaba atrapado, me resistí, aguanté la respiración pero sentía que me ahogaba. Cuando no pude más tragué el líquido que me fue colmatando los pulmones. No me ahogué, la sensación era extraña, podía respirar pero mis pulmones estaban llenos de líquido. Dejé por un momento de lado la razón, sin intentar explicar aquel fenómeno tan extraño y miré mis manos, eran suaves y pegajosas, empapadas por ese líquido que todo lo rodeaba.
La piel de mis manos era sutil, miré el resto de mi cuerpo, también lo era, tenue, frágil. Mi cuerpo producía un centelleo desde el interior. Una tormenta de destellos rojizos como los rayos se deslizan entre las nubes en una borrasca. Una luz atravesando mis músculos, vísceras, piel, todos mis tejidos que eran frágiles y esponjosos.

Miré entonces mi barriga, allí estaba, un cordón del que solo veía su final conectado a mi cuerpo. Mas allá, el cordón se difuminaba en la oscuridad.
Mi luz se fue volviendo más intensa agolpándose a borbotones por todo mi torso como bolas que recorrían mi cuerpo levantando mi piel. Comenzaron a salir pequeñas bolas de luz fuera de mi cuerpo, como granos de arena luminosos, parecieran miles de luciérnagas alumbrando la oscuridad de aquel lugar.

Aquellos granos de luz fueron juntándose hasta formar una bola. La bola comenzó a producir destellos de una luz blanca, aquella esfera terminó por explotar en un destello que me deslumbró. Iluminó todo el espacio. Era un océano, lleno de un líquido ligero, azul, salpicado de destellos. Nadé, era libre, tenía mayor dominio de mis extremidades, pero el cordón en mi barriga seguía unido a mí. Lo miré, se prolongaba más allá del agua, apenas le di importancia, estaba más preocupado por explorar el océano y nadar que por la unión que me conectaba con el exterior.

Nadé durante bastante tiempo persiguiendo destellos de luz que se alejaban de nuevo conforme yo me acercaba. Comencé a bajar, buceé profundo donde casi no había luz y empecé a percibir un burbujeo que provenían de unas luces verdes, rojas y amarillas. El agua se calentaba al acercarme. Finalmente vi aquel magma que provenía de la tierra, viscoso, caliente del que emanaban burbujas, ceniza y humo. Toqué aquella lava que brotaba del fondo del océano, sentí como el pinchazo de una aguja en la punta de mis dedos y el agua se fue solidificando, tan lentamente que no me di cuenta hasta que ya era evidente que no podía nadar, todo era sólido.

Permanecí un tiempo sin poder moverme, petrificado por aquella roca que me contenía. Su espíritu se proyectó con el mío. Una memoria antigua me mantuvo inmóvil, quieto en el ahora, en un presente continuo sin futuro ni pasado que me costó entender, donde la vida, la suya y la mía, nuestros espíritus perduraban eternamente.

Una raíz empezó a resquebrajar la roca, el molde que me contenía inmóvil, paralizado en el tiempo. Poco a poco la raíz fue hundiéndose hasta liberarme. La raíz no se detuvo ahí, se metió por mis uñas, por mi nariz y por mi boca, por todo lugar donde encontró espacio para poder hacerlo. El cordón que me unía en mi barriga también se convirtió en raíz, y ésta, se metió en mis vísceras. Sentí como las raíces me rompían la piel, mis órganos, en un proceso de metamorfosis que no pude parar. Mi piel cayó al suelo, seca, inerte, con mi propio rostro, vacío.

Yo era parte del árbol, de la raíz a las hojas. Ella, como la roca me hizo conectar con un pasado muy antiguo, donde el tiempo no existía, las cosas no eran ni serían, todo es. En ese momento, como si cada segundo vivido o por vivir lo viviera en el aquí y ahora.
La raíz me dio seguridad, confianza, me hacía sentirme parte de un todo mayor. La raíz me mostró el espacio, las estrellas, los planetas y la luna, me mostró también como se consumen las estrellas y nacen, todos los misterios del cosmos hasta sus oscuridades más profundas y terroríficas.
Quise tocarlo, sentirlo con mis propios dedos pero estaba inmóvil y las yemas de mis dedos eran de la raíz. Le pedí que me dejara marchar, le dije que aunque la amaba como parte de mí no era libre y debía recuperar mi forma y caminar solo.

Aparecí solo en la oscuridad, miré mis manos, allí estaban. También estaban mis pies. Mi cordón había desaparecido. Era grande, de la estatura de un adulto. Caminé, todo estaba oscuro, diáfano, tenía miedo.

Comencé a correr, en todas direcciones, ni si quiera sabía por qué, estaba asustado, el corazón me volvía a latir a mil por hora. Pero entonces lo encontré a él. Me detuve en seco, y lo miré. Era mi yo, mi yo cuando tenía 8 años. Llevaba aquella esfera de luz azul en sus manos, no hablamos, él podía hablar en mí mente y yo en la suya, sus pensamientos eran los míos y viceversa. Me preguntó ¿Yo te he perdonado? ¿Y tú?, me ofreció aquella esfera azul brillante que me comí. Lo vi sonreír y desapareció.

En ese momento abrí los ojos. En ese momento mi viaje comenzó sin darme cuenta, algo que jamás se volvería a cerrar, como un descubrimiento, la puerta de mi existencia, esperándome para cuando quisiese volver a entrar.