Con la muerte en los ojos

Nunca más volveré a tenerte, nunca más volveré si quiera a recordarte, has muerto. Escribo mis notas finales, y aquí, entre líneas, escapas para ser olvidada, te derrites, te esfumas, para no llegar a contemplarte; será mi último adiós, mi último despido, porque ya no sé si realmente alguna vez te he tenido.
Entre la nieve me hallo, secuestrado por la escarcha de los arboles, por el rumor del río, por una melodía fúnebre que se entona, profunda, en mi ser. Cuánto me has robado, cuánto he perdido pensando en que algún día estaríamos juntos, y ahora, no sabré jamás tu respuesta, no sabré jamás que se sentía al rozar tu cuello, no sabré jamás a que sabía el perfume en tus labios, no sabré… jamás… si tú también me habrías amado…
Te espero, aquí, sentado, a las orillas del río, en este invierno helado, contemplando la lejanía, con las pupilas vacías, empapadas en ilusiones y en antiguas pasiones; para mirar a un lado y encontrar tu rostro, mirarte a los ojos y decirte todo lo que te echo de menos, lo que hoy me haces falta, y que me respondas con una sonrisa.
Ya no puedo decir si vivo en la realidad o soy una ilusión, que en cada mañana vuelvo a imaginarme entre los reflejos del sol en el lago, en este invierno cubierto de hielo; como el día poco a poco llega estallando con su brisa, a toda prisa, con recuerdos del verano.
Desciendo a los infiernos de la locura arrastrado por tu imagen, porque sé que no volverás, sé que fue un adiós, sé que aunque te perdí, algún día, en el horizonte, volveremos a vernos sin que jamás haya fin.

2 pensamientos en “Con la muerte en los ojos

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