Qué habrá en el agua, que al caer las hojas, una a una, y desaparecer entre suaves suspiros, me hace recordar que lúgubre es la vida cuando busca en su último aleteo, vivir, no renunciar jamás a su existencia.
Y en mi banco, siento, a veces apesadumbrado, cuan desapacible es la vida, y la miro, y ella me mira a mí, y entre muecas me saluda, yo le devuelvo el saludo para encontrarnos otro día más, para sorprenderme de nuevo en ese aleteo desesperado de vivir, para escuchar, como la vida es acariciada por ese velo de agua a la que llaman muerte, tan pausada, tan sutil, y aún, bajo la muerte más dulce, parece que en su final siguen gritando auxilio, un auxilio fatal y desesperado, para ser engullidas hasta las más profundas entrañas de su cuerpo.
Sublime.