Otro viaje

¿Cómo huele ese momento de despedida, de manos agitadas, batidas al viento en pos de un hasta luego?
El momento en el que a toda velocidad despegas hacia otro lugar, dejando todo atrás, en aras del porvenir, de un destino incierto, inseguro… y atesoras ese suspiro de tiempo, esa despedida intentando no olvidar ni uno de sus detalles.

Nos inspira el amor, los reencuentros, la amistad, pero también el recuerdo y el olvido, las despedidas y las dificultades.
Agotado y soñoliento me deparaba un futuro incierto en una flecha luminosa que atraviesa el ocaso. Miré a mi derecha como el sol lamía las montañas en un desesperado intento por resistir a su impasible rutina, aferrándose a vivir desangrado entre purpureas y cárdenas manchas de profusa vitalidad, lenguas de fuego se deshacían en los confines del mundo hasta sucumbir a la noche.

Nuestra flecha no sucumbió, ella, a toda velocidad, bajo los rugidos de su voraz estómago, apartaba la noche a su paso, quebrantando la oscuridad. A fuera, gatos veloces de ojos brillantes, seguían lenguas negras plantadas en la tierra hacia lugares desconocidos, sepultándose de nuevo en ese velo azulino que ya lo poseía todo.

La noche nos acechaba insaciable y salvaje a la caída de aquel que agonizó entre las montañas y yo era arrastrado por aquel gigante luminoso que aún sobrevivía a esa batalla de luces.

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