El cambio no va delante de nosotros y nosotros lo seguimos, va detrás de nosotros y si puede tira de nosotros hacia atrás, constantemente. Los cambios no se persiguen porque no marcan un sendero a seguir, el cambio se produce cuando abrimos nuevos caminos. Nadie dijo que fuera fácil pero es tal la recompensa cuando, aún recorridos pocos metros del origen, se mira atrás y se ve la consecución del cambio que, todo avance, por poco que sea, merece la pena.