Se entonaban rezos en aquella iglesia, oraciones y plegarias a Dios.
Un novicio había cometido una falta, al parecer dibujó no más que un simple arbolillo y algunos motivos “decorativos”. Un sacerdote le castigo a que lo borrara, y el novicio, entre lágrimas lo borró; no obstante cuando no miraba el sacerdote otros novicios le ayudaban a borrarlo.
El joven, arrepentido, asistía a los rezos; al terminar se quedó algún tiempo más pidiendo a Dios que le perdonase, y sobretodo que le perdonase el sacerdote; la próxima vez que obrara sería con un poco más de cabeza. Claro estaba que el sacerdote era muy mayor, y su carácter era todo menos tranquilo y afable, su temperamento como el fuego en verano y cuando cayó sobre el novicio el castigo, sin duda el sacerdote estalló en ira.
El chico iba a irse cuando llegó el cura, con paso solemne, como acostumbra a llevar siempre que entraba a la iglesia, con su pelo blanco pero de expresión embrutecida, y siempre, siempre impoluto e impecable. El sacerdote le rogó que se quedara un rato con él en silencio. Ya se había ido todo el mundo y sólo quedaban ellos dos.
El sacerdote le dijo:
– Te voy a contar una historia, pero has de escucharla atentamente ¿De acuerdo?
El novicio asintió con la cabeza, pues le era imposible pronunciar palabra alguna.
– Cuenta la historia que acabada la Capilla Sixtina irrumpió el Papa y la contempló durante unos breves instantes y dijo:
– Si el hombre es capaz de hacer esto, y Dios es el Creador del hombre, cuan grande y magnífica es la Obra de Dios. Ahora bien, imagina Lorenzo, imagina por un instante que sentiría Miguel Ángel si tuviera que destruir pincelada a pincelada la obra que pintó. Imagina ahora que sentiría Dios si manchara sus manos con la sangre de su Creación. ¿Acaso hay mayor sufrimiento que perder una Obra, una Creación?
El novicio fue incapaz de contestarla.
– Sí, la hay, tener que destruirla uno mismo.
El sacerdote abrazó al novicio y le volvió a hablar.
– Cuando uno ha creado algo, que a nuestro parecer es bello o bueno, que nos a costado esfuerzo y trabajo, tener que hacerlo desaparecer puede que sea uno de los mayores sinsabores de la vida.
Sí, uno de los peores o incluso el peor… ojalá no tengamos nunca que destruir lo que nosotros mismos buenamente hemos creado.
Por cierto, espero que leas esto, hemos quedado para mi cumpleaños el viernes 30 para ir a la bolera al thader y luego a cenar por murcia, y despues tasqueo, espero que vengas y la hora es a las 6, aunque no sé de momento el sitio para quedar, pero te lo diré, de todas formas te enviaré un sms. Llevate dinero suficiente please. Espero que estés bien, cuídate, y espero hablar sobre este texto porque «no lo veo»… tú ya me entiendes xD, besoos!!