No quiero dejar de agradecer, en primer lugar, el detalle que la Unión Nacional de Escritores de España ha tenido conmigo, y reconocer, también, la labor de esta asociación para defender y propagar la cultura. Gracias, además, a todos aquellos que habéis podido asistir hoy a este acto, y disculpar, a los que quisieron y no pudieron estar aquí con nosotros.
Seré breve pues no quisiera robarle más minutos de los que me corresponde al Señor Quevedo Carmona.
Gran parte de mi vida la he entregado al ámbito de las ciencias y siempre he encontrado ciertas reticencias a la hora de mezclar ambos mundos, el científico y el de las letras, que, a priori, a mi parecer, no deberían estar ni separadas ni enfrentadas.
Negar esta parte, o mejor dicho apartar de nuestras vidas la literatura, nuestra cultura, es arrancar nuestra identidad.
Hoy que me encuentro aquí, descubro una herramienta más para arreglar ese conflicto que vivo a diario, entre estos dos mundos, entre esta aparente dicotomía, para seguir incentivando la pasión por la palabra escrita en el mundo de las ciencias, pero también acercando y adaptando la literatura a aquellas mentes que aun no han descubierto esta maravilla que es sumergirse en la cultura.