En el siglo XXI se empieza a revolucionar el concepto de casa por el de domus. La domus es funcional en todos sus aspectos, habitable, bella y útil al trabajo del morador. En la antigüedad el dueño de la casa dormía y vivía en ella, pero también trabajaba, fabricaba sus alimentos o los procesaba.
Hoy en día no solemos plantear un proyecto arquitectónico pensando en recobrar la inversión al margen de la especulación por el precio de la vivienda. Este es verdaderamente el punto en el que rompe conceptualmente la forma de entender la arquitectura. El plantear una vivienda pensando, además de otros aspectos imprescindibles en un hogar, en el beneficio económico. Si nuestro beneficio económico además de ser respetuoso con el medio ambiente mejorara la disponibilidad de recursos de la humanidad, entonces, y solo entonces empezarían a converger ideas más allá del yo, del egocentrismo humano.
Pero, y si además de ser útil, funcional, habitable, productivo y eficiente pensando en los demás fuera bello en sí mismo, para disfrutarlo yo y la humanidad. Es entonces cuando surge la obra de arte, cuando convergen diferentes ideas y es algo que hace enorgullecer al ser humano. La evocación del sentimiento, la evocación de la contemplación y la maestría del hombre.
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Delirios
Ante las tinieblas a las que se avoca mi país soy incapaz de permanecer impasible. Callar a veces equivale a mentir y es ahora cuando la palabra toma su mayor valor para que mi silencio no sea interpretado como aquiescencia.
Un día oscuro para España porque hoy es el día del fracaso de la política, el diálogo y la razón. La preocupación deja paso al miedo y la desesperanza. Una nación gloriosa que no debe olvidar su sustrato, la conciliación del dolor de una España arrullada por la guerra, el hambre y la miseria.
No quiero ver a mi nación consumida por las llamas del odio, prefiero que siga siendo una historia terrible pero superada del pasado de este país.
Guerra de trincheras en donde el pueblo se lanza a pecho descubierto, un pueblo embelesado por palabras de rabia de quienes no conocen las secuelas de la guerra.
Es ahora cuando más importancia tiene hacer verdadera política y donde la propia clase intelectual tiene que volver a dotar de coherencia los discursos pronunciados. Apelo también a la humanidad de cada español que ante el sufrimiento ajeno ha tendido siempre la mano, a dado su pan aún a renuncia del propio y que se caracteriza por su empatía.
Que la súplica de la razón llegue para interponerse ante las palabras envenenadas de la mala política. Hay que tener optimismo y no dejarse arrastrar por el miedo, es hora de ser valientes, de acercar posturas, ser moderados, aprender a escuchar y solo así vencerá el diálogo.
La piedad siempre será mejor que la violencia, la compasión siempre será mejor que el grito y porque hay mucho más que nos une que nos separa.
Recital poético/literario de Almería
Me gustaría compartir con ustedes 3 de mis relatos cortos, el primero «Me soñé con alas para poder volar muy lejos», el segundo «Silencio» y el tercero un fragmento de «La sombra del Coloso». Quiero tomar unos segundos, al empezar cada uno de ellos, para contextualizar porque a veces es importante para comprender su significado.
Me soñé con alas para poder volar muy lejos
20 de enero de 2011
Es de mis relatos cortos al que considero mi prosa poética más pura, lo escribí el 20 de enero de 2011 cuando tenía 18 años, empezaba a vivir en Cartagena, sería una estancia de 4 años, lleno de ilusiones, de esperanzas, de sueños y amores. Pero también lleno de rabia, odio y frustraciones propias de la edad. Vitalidad y melancolía todavía son dos características que me acompañan.
¿Quién era aquella que te amó en el sueño mientras dormías? ¿Cuándo volverá este aliento de recuerdo amargo a tus labios? ¿Dónde está el calor tan cercano que se deposita en un rincón de la cama?
Luces de septiembre, y tan triste, que ignorando que existe la luz en la calle vuelas a un horizonte lejano; te pierdes entre suspiro y suspiro, un instante hecho verso, pues te queda tanto por delante. Tus ojos no lo ven pero tu corazón lo siente, en el fondo, en el pecho, un palpitar que no cesa, intenso, profundo, que se sale para exclamar, y exclama que no se pueden poner puertas al campo, que los caminos llevan a lugares insospechados, que por lejos que esté, la vida grita, grita y grita sin control.
Me encuentro libre, me encuentro dueño, soy, soy y soy, porque estoy lleno, lleno de una inmensidad que me abruma a la que recibo con los brazos abiertos. Compañera, compañera, cuéntame y déjame que te cuente, pues tenemos que hablar de muchas cosas, la otra noche, el otro día, me soñé, me soñé con alas para poder volar muy lejos, y… y el mar me llenaba, me fundía con sus olas, me integraba en un perfume salitre para convertirnos en uno, para decir jamás y nunca y para exclamar: siempre.
Para siempre fue perderte, compañera, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañera del alma, que los libros vuelan errantes en el cielo, y sus saberes, y sus letras, y sus poemas, y sus versos eran tristes con la lluvia empapando sus lamentos, pero nada fue tan triste como volver, volver a aquel recuerdo anodino, de aquella ciudad, de aquel mundo, de aquel cielo y tiempo que siempre me recuerdan:
¿Quién era aquella que te amó en el sueño mientras dormías?
Hoy no lo sé, hoy me he marchado, hoy he olvidado este recuerdo que, por bello, no es de mi agrado, porque, la otra noche, la de septiembre de hace años, me soñé, me soñé con alas para volar muy lejos.
Silencio
31 de enero de 2019
El segundo relato que quiero compartir es «Silencio», una inspiración y tributo a María Cegarra Salcedo, unionense, apasionada de letras y ciencias que me ha dejado uno de los regalos más bellos, el valor del silencio. Llevaba poco tiempo en Barcelona, y cuando llegas a un sitio, yo siempre pongo en una balanza lo que dejo atrás y lo nuevo. Este fue uno de esos momentos.
He perdido hasta el silencio. He perdido hasta ese silencio tan repleto. ¿Para qué los sonidos, lenguajes, voces si tan solo quiero silencio?
Un camino desbordado, atropellado, rebosante, un abrir y cerrar de puertas. Estremecido por un pitido intermitente y un suspiro mecánico siento como fuerzas me empujan sin pretensión alguna.
He perdido hasta el silencio, mi poema de ausencias, el grito sordo de la noche en el túnel. Acércate a mí, viento que mi impaciencia sosiega. Alguna vez vinieron mas se marchan, acércate, aquí, pues he perdido mi silencio.
Fragmento de La Sombra del Coloso
17 de octubre de 2018
La última, un fragmento de «La sombra del Coloso», una aventura temática y estilística, donde cuidé cada detalle, cada palabra, revisión tras revisión de mi forma de escribir, de sentir, de interpretar sentimientos, imágenes y vivencias para plasmarlas sobre el papel.
Varios meses de trabajo meticuloso, incluso hasta la extenuación que me hizo llevarme más allá de mi límite y capacidad.
[…] Dos Españas me han amado y ¡Cuanto amar han derramado que el perdón aún no ha surgido!, ninguna de las dos encuentra alivio, y yo, viajero de estas almas, que yacen aquí heridas, suspiro, como coloso de la sombra, atenazado al suelo.
Perseguido un hombre por un gigante sin rostro le dio caza, un estallido le atraviesa el cuerpo y cae a mis pies dando un golpe seco contra el suelo por único sonido. El gigante se desvanece y se pierde entre el río. Lo contemplé como inmóvil se ataba a la tierra, como yo en algún tiempo también lo hice.
Después de cien noches de luna un manto de silencio camina lento sobre él, lo arropa del frío de la noche. No vinieron a buscarlo, quizá nadie recuerda el cuerpo de aquel caído, por el tiempo, el agua y el sol enverdecido.
Sobre las amapolas de su camisa blanca hoy raída, se posaron miles de luciérnagas, cientos de miles de luces verdes y amarillas como un destello intermitente de magia y misterio. Un hechizo de los rumores de la noche, entre grillos y sierpes que entre las sombras se ocultan y de sus formas solo se reconoce el sonido.
En mi sombra, su cadáver, víctima de una mole, de un gigante envilecido, allí sigue, pero de su boca brota un vapor de vida, la verde luz de la aurora, el amanecer de una nueva época alimentado por entrañas y sangre del macilento torso. Un nuevo brote de vida, sano y erguido, que es luz en mi penumbra, destellos de plata, suave y tersa madera joven.
Ya no reconozco aquel hombre que un día estuvo tendido en el suelo, solo veo un compañero de mi misma sangre, de mi misma piel que se alza al cielo con sus ramas. […]
A María Cegarra Salcedo
María es el beso de la mina de la que brota un viento profundo y húmedo. María es el perfume salitre secado al sol y a la espuma de mar, con sus selvas y arrebatos de pasión desmedida. Pero María también es tiempo, un tiempo conjugado de lamentos amortajados, de mortajas con espinas que se clavan en lo más profundo del sentir de la tierra.
María… María también eres cristal de brillos con aristas, un poliedro único, articulado por destellos que si se sabe mirar con los ojos cerrados del alma, llena de colores, a través de ese prisma, un carrete velado en blanco y negro.
María, esa María Cegarra de su Unión enamorada, hoy, aquí, en la ciudad de Murcia te rendimos homenaje, recuerdos también a tu hermano, ese tan querido Andrés del que hablas, al que le pusiste voz en el silencio, que fuiste el viento de sus alas y que es hoy paz en tu memoria.
English
María is the kiss of the mine from which a deep and humid wind comes. Maria is the salpeter perfume dried in the sun and the sea foam, with its jungles and outbursts of excessive passion. But Maria is also time, a conjugated time of shrouded regrets, of shrouds with thorns that dig into the deepest feelings of the earth.
Maria… Maria you are also a crystal of sparkles with edges, a single polyhedron, articulated by flashes that, if you know how to look it with the closed eyes of the soul, it fills with colours, through that prism, a veiled reel in black and white.
Maria, that Maria Cegarra in love with her Unión, today, here, in the city of Murcia, we pay homage to you, regards also to your brother, that beloved Andrés of whom you speak, to whom you gave voice in the silence, for whom you were the wind to his wings and who today is peace in your memory.
El silencio del huérfano
Ya no soporto más la situación que mantenemos en la Región. He presenciado desde hace muchos años, con mis propios ojos, como se destruía el patrimonio de la Región sin ningún tipo de pudor, tala de los ficus de Avenida América en Cartagena, tala de eucaliptos y ficus del Cuartel de Artillería, podas de todo tipo en pueblos y ciudades por personas de dudosa preparación, hasta la catástrofe de Santo Domingo, y así un largo etc.
Hoy, todos ellos, engrosan ese patrimonio del olvido, para erradicar, una vez más, del pueblo murciano su identidad, engendrando una sociedad huérfana y estéril. La cultura de la Región también son sus paisajes, sus bosques y avenidas, conforman su identidad, aunque a muchos les parezca descabellado también nuestra identidad se escribe en el medio ambiente por medio de la vida. No obstante, cultura también es lo que no hicimos, lo que no hemos hecho, lo que hemos dejado arrancar de las entrañas de la tierra, eso también habla de nuestra identidad, del dejar morir, del dejar pasar, el mirar hacia otro lado y defender la vida.
Como murciano y como ingeniero agrónomo tengo la obligación moral y profesional de proteger el patrimonio de la Región y defender los intereses de todos los murcianos encarnados aquí en su patrimonio.
Le pediría al COIARM, apelando también a su responsabilidad ética para con su pueblo buscar soluciones a estos actos por parte de los ayuntamientos y gobierno autonómico.
No creo necesario remarcar aquí la importancia del patrimonio natural, pues bien sobrado es vuestro conocimiento, por ello, y con más razón, la importancia de defenderlo, y no solo hacer una defensa, sino también fomentar su conocimiento y participación.
Diversidad
No hay viento favorable para quien no sabe a qué puerto se dirige. Algo así venía decir Séneca, durante mucho tiempo había tomado esas palabras como estandarte personal. Tienes que tener las cosas claras, tener un destino fijo, bien encauzado, un camino recto, sin titubeos, firme, siempre firme.
Hoy, con algunos años más a las espaldas, no demasiados, pero algunos son, creo que ya no siento esa frase como propia. He luchado, he vencido, he sido derrotado, me he caído y levantado. Un día tuve las cosas claras, ¿por qué hoy no?, ¿por qué hoy siento que todo me da vueltas?, ¿Por qué hoy siento que nada es como creía? Para llegar de A a B, no siempre la línea recta es el camino más corto, o al menos no el más enriquecedor. Si no me hubiera dejado mecer por el viento, si no me hubiera dejado llevar por esos misterios que encuentras en los muchos senderos por los que uno camina no hubiera llegado hasta aquí. No sería lo que soy, no sentiría lo que siento.
Hoy dejo atrás 6 meses, una muesca en el recorrido de una vida, pero 6 meses de felicidad, de dificultades y alegrías, 6 meses de lucha, sacrificio pero también de recompensa y fruto.
Me llevo mucho, y por más que intentara contener con mis brazos, mi corazón o mi mente cada recuerdo, cada experiencia o cada sentimiento no podría porque desbordarían hasta derramarse.
Cuando empecé a trabajar en el centro de discapacidad intelectual me dije, ¿De verdad estás haciendo lo correcto?, ¿Qué haces tú aquí?, tenía muchos prejuicios, veía un entorno que no tenía nada que ver conmigo, veía algo extraño, tenía verdadero miedo, estaba aterrado, ¿Qué hacía un ingeniero agrónomo aquí?
Los días fueron pasando, mis prejuicios iban desapareciendo, cada usuario y trabajador del centro era un pájaro que iba quitando un pedacito de esa venda que tenía en los ojos, una venda que me impedía ver la belleza del mundo, la belleza de lo diferente, de aquello que se esconde, que nos es oculto.
Cada día era diferente, desde que salía de mi casa hasta que volvía a ella, con cada ciezano, abaranero o blanqueño. Pasé de desconocer mucho de mi propia tierra a conocer algo más de ella, ver la floración de Cieza, el Segura pasando por la Vega Alta, o la Atalaya siempre vigilante.
He aprendido mucho de vosotros cada día, con cada abrazo, cada mirada cómplice, cada risa y cada llanto, con cada pelea y cada arrebato que surgen de un corazón que late y necesita ser escuchado, compartido y sentido por otro corazón que sepa escuchar, compartir y sentir cada latido.
Hoy que me voy hago acopio de todo lo que llevo en mi maleta, una sonrisa en los labios como recuerdo de lo vivido y de lo que dejo, un soplo de aire favorable me lleva, volveré a dejarme mecer por el viento, no sé a dónde, no sé a dónde se dirige.
Discurso Unión Nacional de Escritores de España. Ciudad de Cartagena
No quiero dejar de agradecer, en primer lugar, el detalle que la Unión Nacional de Escritores de España ha tenido conmigo, y reconocer, también, la labor de esta asociación para defender y propagar la cultura. Gracias, además, a todos aquellos que habéis podido asistir hoy a este acto, y disculpar, a los que quisieron y no pudieron estar aquí con nosotros.
Seré breve pues no quisiera robarle más minutos de los que me corresponde al Señor Quevedo Carmona.
Gran parte de mi vida la he entregado al ámbito de las ciencias y siempre he encontrado ciertas reticencias a la hora de mezclar ambos mundos, el científico y el de las letras, que, a priori, a mi parecer, no deberían estar ni separadas ni enfrentadas.
Negar esta parte, o mejor dicho apartar de nuestras vidas la literatura, nuestra cultura, es arrancar nuestra identidad.
Hoy que me encuentro aquí, descubro una herramienta más para arreglar ese conflicto que vivo a diario, entre estos dos mundos, entre esta aparente dicotomía, para seguir incentivando la pasión por la palabra escrita en el mundo de las ciencias, pero también acercando y adaptando la literatura a aquellas mentes que aun no han descubierto esta maravilla que es sumergirse en la cultura.
Agrio pasado, vinagre en el corazón
Los desmanes del pasado a veces dejan duros recuerdos. Como instinto de supervivencia, que de otra forma no podríamos afrontar nuestro día a día, vamos dando un paso hacia el olvido, hacia el perdón, el consuelo, y si todo funciona, la paz. La vida más allá del 2000 deja una amarga estela, la imposibilidad de olvidar, todo queda grabado, todo queda escrito, todo queda en la red. Al igual que en nuestra mente, el olvido nos hace falta para vivir y mucho más para progresar. Las experiencias positivas aportan luz a nuestros pasos, arrojo, seguridad. Pero ¿Y las negativas?. Las negativas son una cuesta que nos es muy difícil subir, incluso, a veces, no superamos jamás. ¿Cuántos amigos de la infancia se prometieron la amistad eterna?, hoy fugaces palabras que se ha llevado el viento. ¿Cuántos labios se juraron no separarse? y han pasado del amor al odio en menos de una fracción de segundo.
Es inevitable sentir cierta nostalgia de qué fuimos, qué somos. Ni peor, ni mejor, simplemente diferente, pero la sensación trémula de inestabilidad y devenir nos crepita el alma y resiente el corazón. Amigos que han sido como carne de la carne, razón de las entrañas, hoy son menos que nada, menos que aire, una sensación invisible. Incluso familia que se pierde hasta desvanecerse en el silencio del olvido.
De todo esto no hay nada que aprender, más bien desaprender lo aprendido, volver a fluir y dejar pasar. Volver al origen de lo que fuimos aún con nuestras magulladuras, volver a mirar con ojos de quien nunca fue, nunca vivió y nunca sintió, para volver a ser, vivir y sentir y, abrir hueco al futuro que está por llegar. Cuando pasan los años, hay muchas cosas que desaparecen, pero el sentimiento de culpa está ahí, está si es la lección, el autoperdón, la carga de la culpa del olvido y el devenir que cada individuo lleva hasta que se da cuenta de su peso. Es hora de perdonarse, no está de más recordar esto cada cierto tiempo, parar, analizar el pasado, y decir, hasta aquí la culpa. No es algo que se haga un día y no se tenga que volver a hacer jamás, es una lucha constante entre el ser y el devenir, un sentido trágico de la vida que se retoma como el recuerdo, sin saber cómo, ni por qué, una simple advocación, nos trae una brisa que nos sabe a pretérito, donde el vencedor, será siempre, el devenir.
Discurso TFM
Antes de empezar la exposición de este proyecto rogaría unos minutos de cortesía para presentar algunos conceptos importantes para contextualizar este TFM y me gustaría mojarme mostrándoles mi opinión personal desde que empecé hasta la finalización de este estudio.
El primero es la pertinencia sobre el desarrollo de un TFM que trate sobre Seguridad Alimentaria y el segundo el por qué de que fuera sobre África.
En mi especialización de Economía Alimentaria para el Desarrollo he «redescubierto» una rama de la ingeniería agrónoma que fue realmente la que inclinó la balanza a favor para hacer esta carrera y no otra. Y aunque me hubiera gustado haberla desarrollado desde que comencé a hacer el grado me alegro haber podido abordarla en mis años de estudiante, supongo que más vale tarde que nunca. Cuando yo llegué al grado y escuché por primera vez en la Ciudad de Cartagena a mi Director Alejandro Pérez Pastor decir «Los ingenieros agrónomos están para dar de comer al mundo» y «nosotros somos los ingenieros de la vida» decidí quedarme, porque desde aquel momento creí y sigo creyendo que un ingeniero agrónomo tiene una responsabilidad ética y moral para con el mundo.
Valencia entre otras muchas cosas me ha brindado esa oportunidad, la de poder ahondar en grandes cuestiones referentes a la humanidad, a nuestro mundo, que nos dieron quebraderos de cabeza y que aún hoy los siguen dando y darles solución, o al menos intentarlo.
Creo que después de hacer esta inmersión de meses sobre este maremágnum al que llamamos sencillamente Seguridad Alimentaria se esconde una realidad que dejamos de lado en nuestra visión occidental. Nos parecería algo impensable ir un día a cualquier supermercado de Valencia y encontrar estanterías vacías o encontrar una única marca de un producto. Lo que para nosotros es algo evidente, no lo es para mucha gente y es algo que tenemos que tener en cuenta. Además, en su mayoría, los países occidentales cuentan con una red de Seguridad Alimentaria para garantizar unos mínimos alimentarios a la población más desfavorecida que no puede permitirse ni una comida al día.
Aunque no es objeto del estudio se palpa en sus líneas que cualquier buen entendedor descubrirá, que existe una necesidad intrateorica dentro de la Seguridad Alimentaria, desde un punto más filosófico es que el hambre y la pobreza deshumanizan al ser humano y en un mundo donde existe cualquiera de las dos, no existe ni la democracia ni la justicia, dos ideales que el mundo occidental exporta y propugna como valores fundamentales de nuestra sociedad. Este estudio me ha proporcionado unas miras más amplias para poder colegir las diferentes realidades a las que nos enfrentamos porque la experiencia nos demuestra que las visiones simplistas o reduccionistas nos hacen caer siempre en los mismos errores.
El segundo, de por qué elegí África fue porque sigue siendo un continente con grandes problemas no solo frente a la Seguridad Alimentaria, sino a la pobreza, la desigualdad, etc, además de existir múltiples problemas para el análisis de datos y una visión global y de conjunto en el tiempo.
Robándoles un poco más de su tiempo, para continuar el por qué de mi elección de África, necesitaré la colaboración del tribunal. Necesitaré que me sitúen en el mapa de África, Djibuti, Burundi y Suazilandia.
Podemos decir muchas cosas de países occidentales, de algunos asiáticos, latinoamérica, pero el continente africano para una gran mayoría está en una profunda oscuridad de desconocimiento.
Discurso Máster Ingeniería Agronómica de la Universidad Politécnica de Valencia 2015-17
Gracias a todos los que habéis podido asistir a este acto que encierra otra etapa de nuestras vidas; gracias a mis compañeros por brindarme la oportunidad de poder estar hoy, yo, ante vosotros, entregándoos mis más sinceras palabras. Pero sobre todo, gracias a la comunidad universitaria, padres, amigos y seres queridos que sois vosotros el engranaje fundamental para hacer que esta máquina funcione cada día. Gracias.
Después de muchos años estudiando, vi que el siguiente paso era hacer el máster, al principio pensé ¿Por qué tenía yo que seguir estudiando si ya tenía una carrera? Hoy estoy aquí, han pasado los años y, más humilde, reconozco que la vida es un proceso continuo de aprendizaje, que la vida es búsqueda, es camino, y eso es lo que le da el sabor y la intriga a este mundo, la incertidumbre de las cosas maravillosas que nos son ocultas y con el paso de los años se nos desvelan, pero otras, permanecen guardadas bajo el velo del misterio y la fantasía. Hay que mantenerse despierto, expectante, atesorar la duda, siempre a la espera de lo inesperado.
Es aquí donde la universidad juega su papel más importante, la universidad es lo único que permite a un ciudadano corriente vivir como un príncipe, ¿Cómo podría haberme dedicado, si no poseyese una fortuna personal, a lo que más me gusta, a leer cosas, a formarme y a plantearme preguntas? ¿Cómo podría haberlo hecho si no hubiera tenido este extraordinario apoyo? A la universidad toda honra se le debe porque te permite realmente esto, te permite vivir como si hubieras nacido príncipe. Tiene una parte mala que no hemos de olvidar, la parte mala es, como en todos los lugares, que tiende a cerrarse sobre sí misma. Por eso, tenemos que velar para que sea un lugar de encuentro de saberes, un lugar para compartir bajo el lema de la tolerancia, un lugar donde confluyan nuestras mejores voluntades, y abierta, abierta al cambio, abierta al progreso y abierta a la diversidad.
Cuando entré en la universidad nunca pensé que acabaría inmerso en este cosmos que me ha otorgado tanto, pero que también tiene una increíble responsabilidad, de nuestras manos dependen muchos, nuestro compromiso profesional debe ser pleno y cuanto más si cabe el moral y ético en esta ingeniería que es la ingeniería de la vida, de su conservación y su florecimiento.
Valencia, con les seues gents i la seua universitat me ha entregado mucho, especialmente este último año de especialización que al ser el trato íntimo y familiar me ha permitido ahondar en miles de cuestiones referentes al hambre, la pobreza y la desesperación misma del hombre, aunque una pléyade de dudas me asaltan y el conocimiento del sufrimiento de la humanidad que no disfruta de nuestras comodidades lo sienta como una llaga en mi propio cuerpo creo que está en la voluntad de nuestros jóvenes la fuerza para hacer un poco mejor nuestro mundo, aunque solo fuera un grano, las playas están llenas de tantos minúsculos granitos de arena que es la unidad lo que nos hará fuertes para alcanzar los cambios.
Por último, demos hueco a los que vendrán, nuevos amigos, trabajo y experiencias, relaciones, incluso para algunos, hijos; mantengamos también a aquellos que siguen a nuestro lado, dándoles el cariño y el afecto que merecen pero, sobre todo, no olvidemos a los que ya no están hoy con nosotros, que permanezca su más virtuoso recuerdo siempre en nuestro corazón y que la luz de su llama no se apague, nunca.