Gracias a todos los que habéis podido asistir a este acto que encierra otra etapa de nuestras vidas; gracias a mis compañeros por brindarme la oportunidad de poder estar hoy, yo, ante vosotros, entregándoos mis más sinceras palabras. Pero sobre todo, gracias a la comunidad universitaria, padres, amigos y seres queridos que sois vosotros el engranaje fundamental para hacer que esta máquina funcione cada día. Gracias.
Después de muchos años estudiando, vi que el siguiente paso era hacer el máster, al principio pensé ¿Por qué tenía yo que seguir estudiando si ya tenía una carrera? Hoy estoy aquí, han pasado los años y, más humilde, reconozco que la vida es un proceso continuo de aprendizaje, que la vida es búsqueda, es camino, y eso es lo que le da el sabor y la intriga a este mundo, la incertidumbre de las cosas maravillosas que nos son ocultas y con el paso de los años se nos desvelan, pero otras, permanecen guardadas bajo el velo del misterio y la fantasía. Hay que mantenerse despierto, expectante, atesorar la duda, siempre a la espera de lo inesperado.
Es aquí donde la universidad juega su papel más importante, la universidad es lo único que permite a un ciudadano corriente vivir como un príncipe, ¿Cómo podría haberme dedicado, si no poseyese una fortuna personal, a lo que más me gusta, a leer cosas, a formarme y a plantearme preguntas? ¿Cómo podría haberlo hecho si no hubiera tenido este extraordinario apoyo? A la universidad toda honra se le debe porque te permite realmente esto, te permite vivir como si hubieras nacido príncipe. Tiene una parte mala que no hemos de olvidar, la parte mala es, como en todos los lugares, que tiende a cerrarse sobre sí misma. Por eso, tenemos que velar para que sea un lugar de encuentro de saberes, un lugar para compartir bajo el lema de la tolerancia, un lugar donde confluyan nuestras mejores voluntades, y abierta, abierta al cambio, abierta al progreso y abierta a la diversidad.
Cuando entré en la universidad nunca pensé que acabaría inmerso en este cosmos que me ha otorgado tanto, pero que también tiene una increíble responsabilidad, de nuestras manos dependen muchos, nuestro compromiso profesional debe ser pleno y cuanto más si cabe el moral y ético en esta ingeniería que es la ingeniería de la vida, de su conservación y su florecimiento.
Valencia, con les seues gents i la seua universitat me ha entregado mucho, especialmente este último año de especialización que al ser el trato íntimo y familiar me ha permitido ahondar en miles de cuestiones referentes al hambre, la pobreza y la desesperación misma del hombre, aunque una pléyade de dudas me asaltan y el conocimiento del sufrimiento de la humanidad que no disfruta de nuestras comodidades lo sienta como una llaga en mi propio cuerpo creo que está en la voluntad de nuestros jóvenes la fuerza para hacer un poco mejor nuestro mundo, aunque solo fuera un grano, las playas están llenas de tantos minúsculos granitos de arena que es la unidad lo que nos hará fuertes para alcanzar los cambios.
Por último, demos hueco a los que vendrán, nuevos amigos, trabajo y experiencias, relaciones, incluso para algunos, hijos; mantengamos también a aquellos que siguen a nuestro lado, dándoles el cariño y el afecto que merecen pero, sobre todo, no olvidemos a los que ya no están hoy con nosotros, que permanezca su más virtuoso recuerdo siempre en nuestro corazón y que la luz de su llama no se apague, nunca.