Habláis de la juventud con mente vil y alma ennegrecida. Os falta observación y entendimiento pero bien sobrado os son los prejuicios. Habláis de una juventud sin valores, yo hablo de una juventud valiente. Sin fuerza para levantar países, cuando son capaces de alzar el cuello y mirar al cielo. Habláis de la pereza y la desidia, de una generación que no está a la altura, pero no os dais cuenta de que son pájaros y vuelan por encima de vuestras cabezas.
Un discurso banal, faltado de cuerpo y espíritu que es un monstruo de humo que por la boca escupe veneno y ácido, no se puede esperar más de un engendro encadenado por la sombra.
No desesperéis que de la tribulación nacerá la semilla, los buenos tiempos camuflan la villanía, la pereza y la enajenación, mas oídme, no sois nada de eso.
Es hoy, es ahora, los días en que no hay nada que nos proteja, donde salir con el pecho descubierto a recibir la bala es lo que nos hará libres y grandes. Somos nosotros el rostro del cambio pues no podemos esperar que sean los que apuntan con el dedo desde sus sillones los que nos den la libertad.
Seremos atacados, seremos maltratados, hasta nuestros iguales nos negarán, sufriremos la repulsa de muchos, nos vejarán, insultarán, escupirán e incluso habremos de recibir la muerte por respuesta.
No será un camino fácil, incluso a renuncia de la propia vida, pero esto es juventud, esto es la obra, esta es nuestra obra de llama viva y este es nuestro momento, gozad el martirio porque nos indicará el camino correcto. Lucharé por todo aquello que creo noble y justo, e invito a todo aquel que quiera sumarse a esta lucha que no desespere y que conserve entre sus manos su más puro fuego, su juventud.