Reflexiones sobre el Pacto de Milán

Una vez más acojo con tristeza una vez más estos encuentros 1. Veo a muchos profesionales con grandes ideas, con ideas muy claras pero que no se escuchan, que llegan al simposio con las palabras e ideas grabadas y les cuesta escuchar, les cuesta hacer oídos a argumentos que se salgan de sus estrecheces ideológicas.
No sé quien fue el primero en plantearse los problemas del hambre pero ya hacía resonaba en torno a los años 20. Han pasado casi 100 años y estamos en la misma posición. Veo diálogos enconados, muros en la argumentación, en el consenso porque el problema antes que social, antes que económico, ecológico o agrícola es el problema filosófico. Un problema más profundo que afecta a las entrañas del ser humano, los particularismos. Al igual que el filósofo español Ortega apuntaba en su España Invertebrada, los particularismos es la enfermedad más extendida, también de este siglo XXI, la banalización de las desgracias ajenas, de la falta de empatía; en definitiva de las visiones egoístas y la falta de un proyecto en común que aglutine a todos.
La lucha principal es en contra de esa visión nihilista que tiene occidente y erradicar la banalidad del mal a la que nos hemos acostumbrado.
Los particularismos, el nihilismo o la banalidad no ha sido el mayor de mis asombros, por primera vez he sentido que los jóvenes no tenemos hueco en el mundo intelectual ni técnico ocupado por aquellos que se encumbran como «élites» que pretenden dar soluciones a un mundo que ellos mismos han corrompido. Considero que se produce un colapso de regeneración motivado por la falta de transmisión y conexión entre generaciones. No existe una renovación y, si esta se produce, es de ruptura. Quienes ostentan el poder no preparan a sus sucesores, solo se aferran al propio poder hasta su fin último.
Me gustaría hacer ver que aquí existen dos tipos:
Aquellos anclados en un tiempo pretérito, solo escuchan los ecos del pasado sin realmente vivir, que es algo que se hace hacia adelante, es una actividad que va desde este segundo al inmediato futuro. En cualquiera de sus formas son nihilistas o han entrado en la más pura banalidad.
Aquellos que creen haber creado un proyecto fecundo como resultado de un pacto común, pero es un camuflaje del egoísmo, lleno de verborrea o simplemente la más pura necedad. Estos son los particularistas.
Podrán sonar a pesimismo esta visión del pacto de Milán que no falla en su planteamiento pero sí en su ejecución. Pero no es pesimismo sino advertencia, si ambos tipos son un peligro para la vida privada cuanto no más serán para la vida pública.

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1 Diálogos sobre la Nutrición y Sistemas Alimentarios Sostenibles consecuencia del Pacto de Milán

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Reflexiones

El mundo es predador y banal, no por el poder del lobo sino por la indiferencia e ignorancia de la oveja

English

The world is predator and banal, not for the power of the wolf but for the indifference and ignorance of the lamb

Italiano

El mondo è predatore e banale, non per il potere del lupo, bensi l’indifferenza e l’ignoranza della pecora

Reflexiones

Me gusta la época en la que se valoraba a la gente por sus cicatrices, sus marcas, las heridas de guerra. Hoy se admira a quienes no tienen ni un rasguño, bañados en perfume de operaciones estéticas en vías de una juventud eterna.
Me gusta aquella época en que se valoraba a la gente por las cicatrices de la experiencia, por las arrugas de haber llorado, reído y amado y por las marcas de la vida.
Espero que algún día llegue el día en que el mundo valore más las huellas de haber vivido que permanecer intacto sin haber vivido nunca.

Italiano

Mi piace il tempo in che si aveva caro alla gente per i suoi cicatrici, le marche, le ferite di guerra. Oggi si ammira a chi non ha ne un graffio, bagnati in profumo di operazioni estetiche nella via di una perenne giovinezza.
Mi piace quel tempo in che si aveva caro alla gente per i cicatrici dell’esperienza, per le rughe di avere pianto, riso ed amato e per le marche della vita.
Spero che alcun giorno verrà il giorno in cui il mondo avia caro più l’impronte di vivere invece di rimanere intatto senza avere vissuto mai.